En la actualidad no la hubiésemos llamado loca, sino celosa. El
problema de la hija de los Reyes Católicos era que se ponía de tal histeria
cuando conocía las infidelidades de su marido, Felipe I el hermoso, que el
embajador de Flandes informó que el comportamiento de los herederos al
trono estaba caracterizado por “desconciertos, descontentos, desamor y palabras
ásperas”. Este problema comenzó a ensancharse impidiendo reinar a Juana.
La nulidad de su responsabilidad en tal cargo favoreció a su padre, a su esposo
y a su hijo. Hay quién dice que todo fue un complot masculino.
Juana La Loca |