Año 1945, a simple vista una fecha muy lejana a nuestros días. Quizá cueste echar la vista atrás y rememorar el caos que dejó patente la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña. Casas totalmente destruidas, hospitales y centros sociales derruidos. Niños, madres, jóvenes y no tan jóvenes totalmente abatidos por los duros años de Guerra. Entre todo este desorden se escuchaban tímidas voces gritando “la guerra ha terminado”. Pero la incertidumbre se apoderaba de aquellos ciudadanos que habían conseguido sobrevivir a la contienda. “¿Qué pasará ahora?” “¿Podremos combatir contra la pobreza y el desempleo?”
Esta situación complicada con millones de parados, gente sin recursos, sin educación ni sanidad, no desanimó a los británicos para luchar por sus derechos como ciudadanos y por cambiar la dinámica que se había vivido durante los años 30 donde
Clement Attlee / Fuente: history.blog.gov.uk
“todo era por y para los ricos.” La gente salió a la calle, concentraciones y mítines reivindicando sus derechos y mejoras en sus vidas para que “no ganaran los de siempre”. Una ciudadanía unida por las urnas consiguió, el 26 de julio de 1945, que Clement Attlee, líder del Partido Laborista británico, llegara al poder y pusiera en marcha políticas económicas que permitirían a los británicos recuperarse de los aciagos años pasados.
Con Attlee al frente se creo el sistema Nacional de Salud británico, un sistema de salud público sufragado en partes por las empresas, los trabajadores y el Estado y en el que, además, todos los habitantes tenían cabida. También se construyeron miles de viviendas públicas que se ofrecían en alquiler a los ciudadanos a un precio regulado por el Gobierno. Otra de las tácticas de Attlee fue la nacionalización de las minas y los ferrocarriles. Todas estas políticas empezaban a conformar lo que hoy en día conocemos como “Estado del bienestar”.
Como bien recoge Ken Loach en su
documental El espíritu del 45 las familias británicas comenzaron a prosperar después de la Segunda Guerra Mundial. El paro bajó, las familias podían optar a tener un hogar digno gracias a las viviendas sociales, el precio de los servicios básicos disminuyó gracias a la nacionalización de los mismos. Fueron unos años de bonanza en los que los británicos de la clase obrera pudieron vivir con una calidad de vida que no habían tenido hasta la fecha.
Pero como en otras ocasiones de la vida, la historia se repite y con la llegada al poder de Margaret Thatcher en el año 1979, el estado del bienestar inglés se vuelve a tambalear. Se privatizan muchos servicios públicos, las viviendas sociales salen a la venta, el paro sube y la desigualdad económica entre clases sociales se vuelve a acentuar como en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Margaret Thatcher o “la dama de hierro”, como fue apodada por la prensa soviética debido a su inflexibilidad y a su particular manera de gobernar, estaba desmontando el estado del bienestar que tanto esfuerzo y sacrificio costó a los británicos. Después de once años de mandato el número de empresas públicas cayó de manera estrepitosa, los sindicatos perdieron poder, y el paro tocaba máximos históricos.
Para muchos de nosotros los años 1945 o 1979 quedan un poco lejos, pero si nos fijamos en la situación actual de España, no dista mucho de aquel Reino Unido de principios de los años 40. Por supuesto, en España no se ha tenido que lidiar con la devastación que dejó la Segunda Guerra Mundial, pero sí se está luchando contra los desastres del ladrillo y contra los ladrones encubiertos que se hacen llamar “políticos”. Al igual que en aquella Gran Bretaña de blanco y negro, en España también hay millones de parados, miles de personas sin hogar y la brecha entre clases sociales es grandísima.
Si seguimos indagando en las similitudes entre un país y otro podemos observar que en España también hay ganas de cambio, gente que sale a la calle para defender lo que durante tanto tiempo nos han estado arrebatando, que son en definitiva, nuestros derechos. Han surgido partidos políticos que apuestan por el cambio y que, como el partido laborista inglés de los años 40, creen que hay que hacer política por y para la clase obrera que es la que realmente mantiene un país.
Es hora de que España también tenga su cambio, de que los habitantes de este país que tanto han sufrido a lo largo de los últimos años, comiencen a prosperar y vuelvan a tener la ilusión de antaño. Nada es nuevo, tenemos la hoja de ruta bien marcada por la historia, tan solo es necesario desempolvar el espíritu del 45.