Durante cientos de años, el hombre ha creído que al estornudar se escapa
una parte de ti, una parte del alma. Aristóteles e Hipócrates explicaron al
mundo que la acción de estornudar se debía a la reacción de la cabeza contra
una sustancia que se introducía por la nariz, comprobando que, este hecho se
asociaba a una muerte, por lo que se recomendaba contrarrestar la sustancia con
bendiciones, tales como;
"¡Larga vida para tí!" "¡Que Zeus te guarde!".
Los romanos pensaron que si una persona sana estornudaba, era síntoma de
que el cuerpo intentaba expulsar a espíritus de enfermedades futuras, es por
ello que la medicina romana desaconsejaba la retención de estornudar, y por
ello tras estornudar se exclamaban bendiciones y felicitaciones.
Esta costumbre siguió durante siglos hasta que en el año 591 una terrible
epidemia asoló la península itálica, los primeros síntomas de la epidemia eran
los estornudos y por ello, el papa Gregorio I recomendó a todos los creyentes
cristianos de la época que, ante un estornudo, se hiciese de inmediato una
invocación "¡Jesús!" o "¡Que Dios te bendiga!".
Interesante y con lógica interna, pero ¿Cuáles son las fuentes históricas que respaldan esas afirmaciones? ¿Quién y dónde dice que así respondían los griegos, los romanos y luego el que el Papa Gregorio I, ordenase decir Jesús a quien estornudara?
ResponderEliminarInteresante y con lógica interna, pero ¿Cuáles son las fuentes históricas que respaldan esas afirmaciones? ¿Quién y dónde dice que así respondían los griegos, los romanos y luego el que el Papa Gregorio I, ordenase decir Jesús a quien estornudara?
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